En 1970 había cinco bares abiertos en Sargentes de la Lora. Eran los años felices, los de la ilusión por que este recóndito paraje entre Burgos y Cantabria se convirtiera en el Kuwait español. Grandes bolsas de gas y petróleo esperaban en el subsuelo a ser ordeñadas. Íbamos a ser ricos. «¡Oro negro!», «el Oklahoma español», ...
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